domingo, 20 de octubre de 2013

¿Cuánto hacemos para que nuestra palabra valga?


"Elijan bien las palabras y ahorrarán a la humanidad la mitad de los sinsabores". (René Descartes).

Fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre de la geometría analítica y de la filosofía moderna, así como uno de los nombres más destacados de la revolución científica. Hizo famoso el célebre principio cogito ergo sum, ("pienso, luego existo"), elemento esencial del racionalismo occidental, y formuló el conocido "Método cartesiano".

El humano es el único ser en este planeta que es capaz de comunicarse por medio del habla basándose en una fórmula muy especial, un código que puede ser ordenado para expresar conceptos e ideas que nos permiten entendernos entre sí, esta forma de comunicación es única e inherente al ser humano, existen otras especies que se comunican pero ninguna de manera tan compleja como el Homo-sapiens u Hombre-pensante, esta comunicación permitió al hombre como especie desarrollarse, sobrevivir a la inclemente naturaleza que lo rodeaba y cambiar a voluntad su entorno, convirtiéndose en la especie más exitosa del planeta azul; un gran éxito por un “pequeño detalle”.

Los científicos han estudiado en infinitas formas el desarrollo del aparato fonético existente en el cuello del humano y aún persiste la interrogante de porqué solo en esta especie en particular pasó este fenómeno, dicen que como algunas otras partes del humano no debían (según sus estudios) estar desarrolladas de esa forma, lo cierto es que, para nosotros los humanos venga de donde venga es una extraordinaria herramienta, un maravilloso regalo, los antropólogos mas estudiosos del lenguaje comentan que ya las culturas antiguas (15.000 a.C) tenían una forma compleja de comunicación.

Para los antiguos habitantes de América el habla fue un regalo de los antiguos dioses que nos entregaron este don para poder comunicarnos con ellos y entre nosotros, de esta forma se transformó nuestro mundo y la manera en que interactuábamos los unos con los otros, podíamos comunicar nuestras necesidades y sentimientos de una forma directa a nuestros semejantes, las relaciones se hicieron más estrechas y poco a poco el habla paso a ser lo que más importaba en nuestras relaciones, según el antiguo testamento judío-cristiano en el principio de los tiempos Dios era la palabra, es decir, la existencia de Dios se limitaba a palabras, estas palabras emitidas en ese origen (según los escritos) construyeron todo lo que hoy conocemos y lo que no.

Entendiendo el potencial de la palabra y que es un regalo extraordinario la pregunta es: ¿Cuál es nuestra relación con este instrumento?; ¿Cómo usamos este regalo de los dioses? Nuestro día a día está lleno de palabras que expresan lo que pensamos y sentimos, para quienes nos escuchan somos lo que les decimos, la importancia de las palabras es evidente, nuestras palabras son nuestra carta de presentación, como las utilices te liberarán o te apresarán, escuchamos personas quejarse de que nada les sale como quieren, que les salió bien al principio pero luego todo se volvió una locura, al comentar lo que les paso se deja ver entre los hilos el porqué de ese desastre, sin duda un mal uso de la comunicación y las palabras.

Por lo regular al comenzar una relación o un proyecto solemos imprimir una gran cantidad de energía a nuestras acciones y ponemos gran atención a nuestras palabras, como las palabras tienen gran poder por ser creadoras es fácil que todo este bien mientras las usamos bien, al pasar un tiempo y darnos cuenta que los resultados positivos están llegando casi que sin esfuerzo nos hacemos más confiados y eso nos lleva al descuido, trayendo como consecuencia el desplome de lo que estaba funcionando perfecto; algunas pequeñas mentiritas blancas por aquí, unas promesas insignificantes no cumplidas por allá, se hacen cargo sin que nos demos cuenta de lo que con un buen uso de la palabra habíamos llegado a construir.

Pero... ¿Por qué una pequeña mentira o una promesa no cumplida pueden destruirlo todo? La respuesta es muy sencilla  “la palabra tiene poder”, con el mismo poder que usas para construir también puede destruirlo todo, depende de cómo es usado este poder es magia blanca o negra, positiva o negativa según el color que se le imprima, ésta hará una cosa o la otra, la mente humana no sabe diferenciar la mentira de la verdad, solo cree lo que le dices, una persona que miente de forma constante llega a creer que lo que dice es cierto, cuando esto pasa, la palabra que tiene el poder de crear comienza a devaluarse hasta llegar a no tener ningún poder, la palabra que es usada como aliada de la verdad llega a tener el poder de levantar a los muertos de su tumba.

Cada vez que cumplimos una promesa es una columna más que soportará la siguiente, esto hace que las personas que te rodean cada vez que dices algo o haces una promesa crean en lo que dices, es decir, crean en ti y hasta colaboren en el siguiente proyecto que les propongas iniciar, el poder de nuestras palabras se incrementará en la medida en que cuidemos que lo que decimos sea cierto y lo que prometemos se cumpla, es la única fórmula que existe para aumentar nuestro poder personal y conseguir nuestros sueños, entonces ¿Cuánto valor hacemos que tengan nuestras palabras?.

Saludos y éxitos...

@by R. Reverón


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Opina aquí